Menos mal que María pudo coger las riendas estos meses que llevo de baja. Me ha dejado un montón de documentos que he de firmar para que los manuscritos que ha recomendado y han pasado por nuestros protocolos puedan ir ya a imprenta y preparen su maquetación; así mientras podemos dedicarnos a preparar diferentes campañas en vistas a la Navidad. Me fío totalmente de ella, tiene buen olfato para esto, aunque la noto diferente… en estos meses ha tomado decisiones muy importantes, ha despedido a varios trabajadores online y contratado a otros, aparte de a esa chiquilla, Andrea, que en realidad no me queda claro el motivo de su contratación. Pero bueno, al final leo por encima los documentos y firmo ya, no veo nada extraño, y sinceramente, quiero acabar para echar un vistazo a nuestras redes sociales y a mi correo antes de irme; noto un leve dolor de cabeza…

Me voy a casa con la excusa de que tengo que hacer unos recados; necesito acostarme. Ya no me duele tanto, pero aún así decido volver en taxi por si acaso, mejor le hago caso a las recomendaciones de la doctora. Cuando llego, me encuetro a Clotilde, la señora que lleva ocupándose de la casa este último año, en la cocina, y la saludo con el ceño fruncido y de manera brusca:

— Buenas Cloti, llego antes porque solo quiero acostarme en la cama y no oír ningún ruido. —Digo esperando que me diga que se va a marchar ya.

—Ok señor Eduard, pero tómense antes este caldito que le he preparad0o y seguro que después se sentirá mejor —dice haciéndome un hueco en la mesa y se dispone a prepararme un plato antes de que yo tan si quiera le conteste.— Mi abuela me enseñó a prepararlo, en mi tierra siempre han dicho que resucita hasta a los muertos —continúa mientras va de aquí para allá contoneando sus caderas.

—De acuerdo, lo probaré, pero no me lo sirva ardiendo porque me quiero meter ya en la cama —acepto a regañadientes.

Me tomo el caldo a sorbitos porque está muy caliente, pero es soportable y hasta le pido repetir porque está realmente delicioso y así me acuesto con algo más en el estómago.

—Espero que pueda descansar bien, señor Eduard, el sueño le ayudará a cicatrizar la herida de la operación —dice de nuevo con cara preocupada.— Estaré un ratito más ordenando el salón y hago tiempo por si me necesita.

—Gracias Cloti, hasta mañana entonces —respondo, pero justo antes cerrar la puerta añado:— ¡Tenías razón, tu delicioso caldo creo que me va a resucitar!

Me he despertado entre mis sábanas revueltas, he soñado que corría como antes, y he vuelto a ver esa carita de la corredora con ojos de dragón… Nora…

Coje el relevo Nerea…

María P.B

El equipo STOP-FA

Deja un Comentario