[et_pb_section fb_built=»1″ _builder_version=»3.22″][et_pb_row _builder_version=»3.25″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»][et_pb_column type=»4_4″ _builder_version=»3.25″ custom_padding=»|||» custom_padding__hover=»|||»][et_pb_text _builder_version=»3.27.4″ background_size=»initial» background_position=»top_left» background_repeat=»repeat»]Cuando creamos este rincón fue como una fuga de escape para tratar de plasmar en él a través de palabras muchos de esos sentimientos que nos devastan y siempre llevamos encima, es un sitio para   desahogarnos y donde a medida que escribimos vamos viendo con más claridad esa esperanza que nos motiva y recobramos la fuerza para seguir luchando.

Pero hoy, hoy queremos escribir algo diferente, algo que nos haga evadir muchos de esos sentimientos que nos devastan por un momento y  hagan que a ti, que nos estás leyendo, te  den ganas de volver para leer más…

No sé si lo conseguiremos, pero vamos a empezar:

Es la tercera vez que suena el despertador, lo vuelvo a apagar, como hoy trabajo me levanto porque sé que ya no sonará más y si no me levantara me volvería a quedar en la cama hasta el mediodía, y me he prometido varias veces que es una de las cosas que tengo que cambiar, para que así pronto ese tengo que se transforme en un quiero.

Me miro en el espejo con resignación, no me gusta lo que   veo. Quiero llorar, estoy agotado y quiero esconderme bajo el edredón en la cama; pero no, hoy sí que no… Con una determinación nueva en mí me visto con la ropa deportiva que compré para cuando decidiera volver a correr. Hoy es el día.

Estoy a punto de empezar la ruta, es la ruta más suave que siempre solía hacer con ella porque se cansaba mucho. Nada más comenzar noto cómo mi rostro esboza una sonrisa, inhalando ese aire puro que me regala la naturaleza del bosque en esta pequeña ruta que hago para empezar después del accidente, y ya han pasado 4 años…

María P.B

Coje el relevo Nerea:

  4 años han pasado de aquel fatídico día, solo de recordarlo me dan ganas de correr y esconderme, de gritar y llorar, pero ya basta de lamentarme por algo que no fue provocado por mí.

Pronto me doy cuenta de que estoy corriendo de nuevo, pronto siento que mi corazón late a toda velocidad. Mi cara poco a poco se va enrojeciendo del esfuerzo que le está suponiendo a mi cuerpo volver a trotar por estos caminos llenos de fango y olor a tierra mojada.

Me siento más vivo y fuerte que nunca. Noto cómo la brisa golpea mi cara, noto cómo mi pelo se va pegando en mi frente y mil gotas de sudor se esparraman por mi frente. Madre mía voy desenfrenado, por fin en mucho tiempo me siento libre… Voy tan inmerso en mis pensamientos, escuchando mi música que… ¡Pum! Me la llevo por delante…

Buff qué mala suerte, ahora que estaba cogiendo el ritmo se me tiene que cruzar ella por delante . Me agacho a ayudarla:

  • Perdón, ¿estás bien? —Le digo
  • ¡Bruuhh! ¡Lo estaba hasta que me has llevado por delante!, pero sí, estoy bien, quédate tranquilo.

Mientras la veo con esa cara enfadada, no sé qué es lo que me pasa pero no le puedo quitar la vista de encima. Tan pequeña y con esos ojos tan grandes que me recuerdan a los de un dragón, a pesar de su tamaño demuestra fuerza… ¡Que coño me está pasando!

  • Perdón, me llamo Eduard, siento mucho haberte tirado.
  • Vale vale, eso ya me los has dicho, podemos continuar porque esta situación me hace sentir idiota.
  • Perfecto, si todo está bien continúo, te pido perdón nuevamente, ¡cómo te llames!
  • Me llamo Nora, y sí, todo perfecto. Continúe, señorito, su camino.

Buff, me alejo de allí, qué tía más desagradable, encima que he sido todo un caballero, vale que le haya tirado, pero vamos, qué carácter.

Pasada la media hora decido dar la vuelta, tengo que ducharme y comenzar mi primer día de trabajo.

Mi primer día de trabajo, ahí estaba frente a la puerta de mi empresa, lo peor de todo enfrentarme a las caras de compasión de mis compañeros, no lo hacen queriendo, pero en el fondo mirándome de esa manera me hacen sentir un ser muy pequeño. Me dispongo a entrar por esa puerta con paso decidido y una gran sonrisa. Según entro, para mí sorpresa, varias cosas han cambiado, a quién habrán pedido permiso… Soy el dueño, merezco al menos una explicación. En mi ausencia mi gran amiga María se ha ocupado de mantener todo a raya, pero esta vez creo que se ha pasado…

  • Buenos días señor, me dice una cara sencillamente adorable, ¿en qué puedo ayudarle?

Como si de un huracán se tratase, en escena ahí aparece ella, mi María… Mi tesoro.

  • Andrea, este es tu jefe, ¡y el mío! —le dice a una chica que por su juventud imagino que será una nueva becaria, y volteándose para mirarme, me explica— Andrea es uno de los nuevos fichajes que he hecho mientras estabas fuera, pero vamos a subir a tu despacho y te voy dando más detalles de todo ello.

Mirando a esa chiquilla, le digo:

  • Bueno Andrea, a parte de tu jefe, me llamo Eduard y bueno, encantado de que estés en nuestra plantilla.

Puedo ver cómo su dulce cara se sonroja. Y afirma con un suave gesto y una gran sonrisa. Bueno, parece que no va estar mal mi primer día.

Nerea G.A

Coje el relevo  María:[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]

Deja un Comentario